Paula Patiño

Dentro de esas motivaciones, al poco tiempo de embarcarse en esta aventura, Paula fue descubriendo una vena artística que antes solo reservaba para su tiempo de ocio: los productos de su tierra se transformaron en una fuente inagotable de creatividad, exploración de sentidos y su laboratorio empezó a convertirse en un atelier de recetas innovadoras.​La inquietud de Paula y la de los primeros compradores que se animaron a abrirse un nuevo universo de sentidos permitió que Acastrexa fuera creciendo en Galicia, primero, en toda España, después, y finalmente en distintas partes del mundo. Actualmente Acastrexa cuenta con clientes de orígenes tan distintos como Japón, Alemania o Estados Unidos, quienes buscan en la naturaleza gallega la inspiración necesaria para crear sus propias recetas.​Porque en definitiva, ¿qué mejor forma de compartir el arte que con el gusto?.​Los alimentos de Acastrexa con más que productos: son sugerencias para despertar el artista que todos llevamos dentro.